El sistema de terror ideado por las SS debía hacer imposible toda resistencia, tanto física como psíquica. Al preso siempre se le recordaba de forma drástica su propia indefensión frente a la omnipotencia del hombre de las SS.
A pesar de ello había actos de rebelión contra las autoridades del campo. La resistencia de los presos se reflejaba de las dos siguientes maneras:
Acciones espontáneas e individuales (directas e indirectas)
La resistencia espontánea e individual se manifestaba de diversas maneras. Una de ellas consistía en que los presos-funcionarios llevaran clandestinamente alimentos, medicamentos y otros objetos de primera necesidad al campo para ayudar a los presos que se encontraban en peores condiciones.
Los presos que trabajaban en la rampa aconsejaban a los recién llegados diciéndoles cómo debían comportarse para poder sobrevivir. A uno de los presos que se ocupaba de la ropa de los hombres de las SS enfermos, se le ocurrió infectar los cuellos de sus uniformes con piojos portadores del tifus exantemático. Algunos de estos hombres de las SS enfermaron y murieron a consecuencia de esta enfermedad.
La resistencia organizada e intentos de revuelta
Aquellos presos que sentían la necesidad y estaban dispuestos a crear una resistencia, no lo hacían de forma individualizada, porque una persona sola no tenía casi ninguna posibilidad. En el campo de concentración se formaban grupos por nacionalidades, o bien por opiniones políticas similares. Había que cumplir con dos condiciones imprescindibles para poder formar la resistencia, a decir, ocupar los puestos importantes con personas de confianza y un servicio de información de los presos que funcionara bien. El trabajo ilegal se centraba en la ayuda a la fuga y la planificación de las revueltas armadas.
Había muy pocos casos de resistencia directa: por ejemplo a una presa francesa se lo ocurrió devolver los golpes a un kapo que la había golpeado. Naturalmente este acto le costó la vida. Todo intento de escapar de la pasividad era castigado inmediatamente, de forma severa y visible para todos.
Una de las mayores revueltas, quizás la mayor de todas, tuvo lugar el 7 de octubre de 1944, en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. Los presos de dos Comandos Especiales de los crematorios (más de 400 judíos principalmente húngaros y griegos) volaron el Crematorio IV, atacaron a los vigilantes de las SS, con granadas fabricadas por ellos mismos, e intentaron huir.
La revuelta fue abatida por las SS y todos los involucrados fueron fusilados. Aunque las SS perdieron sólo a tres de sus hombres, el crematorio quedó inutilizable.
Un grupo de jóvenes mujeres judías, que realizaban trabajos forzados en la fábrica de municiones «Union» en Auschwitz, lograron suministrar clandestinamente, durante medio año y bajo condiciones muy difíciles, pólvora a la organización de la resistencia. La pólvora era entregada a un miembro de la resistencia que trabajaba en el almacén de ropas, que a su vez la entregaba al «Comando Especial». Con esa pólvora los presos del Comando Especial llevaron a cabo la revuelta.
Tras exhaustivas investigaciones, la Sección Política del campo de Auschwitz descubrió que la pólvora procedía de la fábrica Union. Las cuatro mujeres involucradas fueron torturadas durante varios días, sin embargo no traicionaron a los miembros de la organización clandestina. Fueron ahorcadas el 6 de enero de 1945, tres semanas antes de la liberación del campo de Auschwitz. Estos fueron los últimos ahorcamientos llevados a cabo antes de la liberación por los soldados del Ejército soviético.
Una de las formas de resistencia organizada consistía en la documentación fotográfica (fotografías de los presos del Comando Especial), así como escrita como testimonio del horror.
Documentación fotográfica:
Foto de la resistencia tomada clandestinamente. Presos del Comando Especial quemando cadáveres (Foto: probablemente de «Alex», un preso judío griego del Comando Especial) Foto de la resistencia tomada clandestinamente. Presos del Comando Especial quemando cadáveres (Foto: probablemente de «Alex», un preso judío griego del Comando Especial) Foto tomada clandestinamente por la resistencia. Muestra a mujeres judías obligadas a desfilar desnudas ante sus torturadores. (Foto: probablemente de
Las tres fotografías siguientes fueron tomadas clandestinamente en Auschwitz II-Birkenau. Son las únicas fotografías que existen, hechas por los propios presos. Para poder tomar esas fotos, tenían que introducir, clandestinamente y bajo peligro de muerte, un carrete al campo y volverlo a sacar del mismo, además de tener que «procurar» una cámara. En esa acción de resistencia colaboraban presos políticos polacos con los presos del Sonderkommandos.
Mujeres judías conducidas desnudas a la cámara de gas y al Crematorio V.
Dos fotos siguientes muestran a presos judíos del Comando Especial quemando cadáveres.
Documentación escrita
Uno de los objetivos principales de la resistencia en el campo era documentar los acontecimientos así como las crueldades de las SS.
En la mayoría de los casos, esos informes eran redactados por presos polacos, y gracias a los contactos con sus compatriotas fuera del campo, esos informes pudieron salir de allí. Proporcionaban al mundo exterior informaciones sobre el número de deportaciones, las nacionalidades de los presos, las condiciones en el campo y el exterminio en masa de los judíos, identificando asimismo a la mayoría de los hombres de las SS.
Un informe titulado «Auschwitz Henker» (Auschwitz: verdugos) del 16 de septiembre de 1944 enumera los nombres e identidades del personal de las SS, empezando por el comandante del campo Rudolf Höss: «Les entregamos una enumeración grosso modo de los verdugos de Auschwitz. Todos los datos son indudablemente auténticos. Londres debería condenar a muerte ipso facto a estos asesinos.»